Aprendiendo a querer(se).
Cuaderno de bitácora. Día 14 de 335. Hoy es San Valentín. No sé si lo han notado por las decenas de corazones que adornan las tiendas, o por el resurgimiento de los anuncios de perfumes en televisión, esos anuncios que para poder entenderlos necesitas tener 3 carreras, 2 grados, 5 másteres y reunir las siete Bolas de Dragón. ¿Por qué los hacen tan complicados? ¿O tan abstractos? ¿Se acuerdan del Eau d’Eté ? Ahí no hizo falta una campaña de publicidad que diera a entender que todos éramos tontos por no entender nada. El nombre lo decía todo. ¿ Eau d’Eté ? ¡ Eau d’Eté tú! Pues eso, que es San Valentín, y de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de un fenómeno que rivaliza con el de la España vaciada: el corazón vaciado. Y está de moda, como las casas de apuestas. Seguro que tú, muchachito o muchachita que lees esto, estás en parte de acuerdo con lo que acabo de exponer. Si eres chico prefieres invertir en tu torre del PC antes que conocer a una chica y salir por ahí. Si er